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martes, 17 de mayo de 2016

LA EVANGELIZACIÓN DE LOS JESUITAS


LAS MISIONES JESUITAS

Sus orígenes:

            Durante el reinado de los Austrias prosiguió la evangelización de América. Los grandes núcleos indígenas ya habían sido convertidos al cristianismo. Esto de vio favorecido en el caso de pueblos como los aztecas e incas, por el hecho de que los nativos ya estaban acostumbrados al trabajo y a la vida sedentaria en comunidad. A pesar de ello subsistía un problema grave: muchas tribus nómades en toda América, se encontraban dispersas y vivían en zonas selváticas o de muy difícil acceso para los misioneros. Estas características hacían que su evangelización fuera muy dificultosa. Hasta ese momento se utilizaba la encomienda para educar en la fe a los aborígenes, pero debido a los abusos se desaconsejo su uso. Es por ello es que se decidió la implementación de un nuevo sistema: el de misiones o reducciones.

LAS MISIONES

            Las misiones eran poblados en donde los religiosos reunían a los naturales, los evangelizaban, le enseñaban a leer y a escribir y a trabajar, entre otras cosas. La tarea no era nada sencilla, los misioneros debían internarse en las regiones habitadas por los indígenas sin ningún tipo de escolta.

Una vez con los aborígenes, lentamente y con mucha paciencia, los sacerdotes aprendían su lengua y empezaban a dialogar con ellos ganándose su confianza. Los iban convenciendo de las ventajas de reunirse en poblados a la vez que les enseñaban los principios básicos del cristianismo. En muchas ocasiones los indios se marchaban o lo que era peor, terminaban martirizando a los misioneros. A pesar de las dificultades el nuevo sistema comenzó a implementarse teniendo un gran éxito en México, Paraguay, parte de Brasil y el actual territorio argentino.

            En la zona de la actual provincia de Misiones había numerosas tribus, entre las que se destacaban los guaraníes. La poligamia, la antropofagia y la guerra eran prácticas muy comunes entre ellos por lo que la evangelización no fue nada fácil.  

DISTRIBUCION

            Cada misión disponía de una Iglesia que daba a una plaza central en torno a la cual se ubicaban los principales establecimientos públicos (escuela, habitaciones de los padres, hospitales, almacenes, talleres y ayuntamiento). Muy cerca de la plaza se hallaban las casas de los indígenas y los terrenos para el cultivo y la ganadería.

LA JORNADA

            La jornada comenzaba al alba cuando se reunían para orar y participar de la Santa Misa, luego cada uno se dirigía a efectuar sus tareas. Los niños y niñas iban a la escuela a partir de los siete años, donde aprendían a leer, escribir y recibían instrucción religiosa. Esta última ocupaba un lugar central de la vida de la comunidad, la misa se celebraba diariamente y los sacramentos se administraban de la misma manera, siendo mayor su frecuencia durante las fiestas religiosas. 

ACTIVIDADES:

Los mayores se encargaban del cultivo de la tierra, sobre todo la yerba mate, maíz, legumbres, algodón y caña de azúcar y de la ganadería, actividades favorecidas por los nuevos conocimientos aportados por los jesuitas. Se realizaban diferentes trabajos artesanales en los talleres como por ejemplo, la construcción de campanas, instrumentos musicales, muebles, relojes, elementos para usar en las ceremonias religiosas, obras de arte, prendas de vestir y todos aquellos artículos que la comunidad necesitara. Se han conservado los relatos de numerosos viajeros que explican como quedaban sorprendidos al ver en medio de la selva, las reducciones en donde llamaba la atención la laboriosidad de los indios y la armonía que reinaba en las comunidades. La jornada laboral estaba reglamentada y la cantidad de horas variaba según la tarea, siendo menor en aquellas que exigían mayor esfuerzo. Todo era supervisado por los religiosos.

            Cada familia era dueña de su casa y de un terreno para la agricultura y la ganadería. A la vez existían tierras de la comunidad donde todos los mayores debían trabajar. Lo que se obtenía de ellas servía para mantener a las viudas, huérfanos, enfermos y para los gastos de la comunidad. Los productos que no eran consumidos en la misión se usaban para el comercio, de esta manera se obtenía todo lo que la reducción no podía producir por sí misma.

LAS AUTORIDADES

            Cada misión era dirigida por uno o varios religiosos conocidos como curas doctrineros, que eran la máxima autoridad, siempre ejercida en forma paternal. Existía un CABILDO cuyas autoridades eran los mismos aborígenes (los caciques de las tribus) y el cura o curas doctrineros. Estaba compuesto en general por uno o dos alcaldes, varios regidores y dos alguaciles. La justicia era administrada por el sacerdote de la reducción y de acuerdo al delito la pena podía ir desde el cepo a la cárcel o los azotes (nunca más de veinticinco).

LOS ATAQUES

            Las misiones conocieron un desarrollo extraordinario y permitieron la evangelización de un gran número de indígenas. Lamentablemente a partir de 1628 comenzaron a sufrir los ataques de las llamadas bandeiras o malocas. Estas eran expediciones organizadas por los portugueses que desde la ciudad de San Pablo –por ello se conocía a sus integrantes como paulistas- se dirigían a las reducciones y las atacaban para capturar a los nativos que eran llevados a San Pablo para ser vendidos como esclavos. De estos saqueos también participaban indios aliados, mestizos y extranjeros. A pesar de los reclamos de los padres a cargo de las misiones y de los emisarios de España ante Portugal los ataques continuaron hasta 1641: esto hizo que desde 1631 varias reducciones debieran trasladarse.

            En 1640 de obtuvo la autorización de la corona de España para armar a los guaraníes. De esta manera pudo formarse un ejército para la defensa de las misiones. El Papa Urbano VII dispuso que aquellos que participaran de las “bandeiras” fueran excomulgados.    
Maqueta de una misión jesuita
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